Enrique de Ossó coincidió con Teresa de Ahumada a una distancia de tres siglos, y se produjo entre ellos una simbiosis muy particular, pero no se trató de una alienación de personalidad o una identificación ingenua sino de un encuentro creativo entre dos amigos de Jesús. El sacerdote y la carmelita conectaron cara a cara en la segunda mitad de un turbio siglo XIX en una capital de diócesis rural del sur de Cataluña. Y el teresianismo, tal como lo conocemos, empezó a surgir.
Enrique interpretó, operativizó, actualizó, releyó, encarnó el espíritu de Teresa de Jesús. Descubrió aspectos que la Santa no había formulado, como el fuerte componente educativo de su experiencia de Dios. Desarrolló en una incipiente sociedad tecnificada elementos fundamentales de la vida de la monja abulense, como la capacidad de comunicación, que en el siglo XIX se materializaba necesariamente mediante el periodismo y las publicaciones. Desenclaustró la idea de oración teresiana, que se había reducido y espiritualizado, y la convirtió en una forma apostólica de estar en el mundo.
Centro Internacional Teresiano-Sanjuanista de Ávila.
Arroyo Vacas, 3, Ávila- Apartado Postal 139- España
Telf. +34 920 35 22 40 – Fax: +34 920 25 16 94
