Una mujer tan profundamente intelectual como honesta, preocupada por el hombre y su dignidad que penetró en los entresijos del ser humano abriéndose a la Verdad del Hijo del Hombre. La oración entendida y la vivida como “relación con Dios” marca su estilo de vida, propio del verdadero seguidor de Cristo. Su visión y experiencia de la oración nos animan a vivir el gozo de sabernos hijos amados de Dios, comprometidos con su historia.